Nuestra Señora del Rosario
Según la tradición, el origen de la devoción a esta advocación mariana se remonta a la aparición que la Santísima Virgen le hizo a Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores o “dominicos”, en la capilla del monasterio de Prouilhe, en Francia. En esta aparición, la Virgen le presenta el rosario que tenía en sus manos y le indica algunas promesas referentes a él, además de predicar y enseñar a los demás hombres a rezarlo con particular piedad para alcanzar las gracias prometidas.
Santo Domingo fue uno de los pioneros en la difusión de este rezo a lo largo del mundo a través de sus hermanos dominicos, llegándose a librar múltiples batallas atribuidas a la Santísima Virgen por mediación del rezo del Santo Rosario, destacando la Batalla de Lepanto (7 de octubre de 1571) en el que se enfrentaron turcos y cristianos que defendían la invasión de Europa. En el aniversario de la victoria cristiana en esta batalla, en el siglo XVI, el Papa Pío V instituyó la conmemoración litúrgica de “Nuestra Señora de las Victorias” el 7 de octubre. Su sucesor, el Papa Gregorio XIII, cambió el nombre de su festividad a “Nuestra Señora del Rosario” como le conocemos hoy en día.
En la época colonial de nuestro país, los misioneros dominicos llegaron a nuestras tierras de la Costa Oriental del Lago para catequizar a las comunidades indígenas de nuestra región que debían tener conocimiento del Evangelio y de otras costumbres más del catolicismo. Fue en estas labores de evangelización en la que los dominicos inculcaron la fe y la devoción al Rosario en estos pueblos, por eso la advocación de Nuestra Señora del Rosario está profundamente arraigada a la cultura de los municipios de nuestra Diócesis, de donde es Patrona.
Particularmente en Cabimas, la devoción a Nuestra Señora del Rosario fue propagada por la señora Juana Villasmil, reconocida en la localidad por su ferviente amor al rosario que primeramente organizaba constantemente en los hogares de las familias para transmitirles esta devoción.
Esta historia se remonta a comienzos del siglo XIX, cuando Cabimas apenas era un poblado de pocos habitantes que en sus quehaceres estaba el labrado de los campos, la actividad pesquera y la caza de animales silvestres.
Es tanto el amor que sus fieles le profesan que el 26 de julio de 1990 fue coronada como Reina y Patrona de los pueblos de la Costa Oriental del Lago, por manos del Excmo. Mons. Oriano Quilici, Nuncio Apostólico de Su Santidad en Venezuela para esa época.
Se cree que la imagen de la Virgen del Rosario que hoy se venera en Cabimas, fue un regalo del esposo de la señora Juana, el señor Ramón Romero. Con el tiempo esta imagen fue ganando devotos, que con gran esfuerzo construyeron una pequeña ermita con techo de palmas de coco para que recibiera veneración en el lugar donde actualmente es la Plaza Bolívar de Cabimas. Prontamente, la señora Juana donaría el terreno donde actualmente se encuentra la Catedral de Cabimas para que allí se le construyera una iglesia más grande a la Madre de Dios bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario, que luego sería elevada a parroquia y posteriormente a catedral.