El pasado domingo 16 de noviembre, fue otorgado el Ministerio del Lectorado al Seminarista Jorman Cáceres, oriundo de la Diócesis de Cabimas, y que actualmente cursa sus estudios de Teología en el Seminario Internacional Bidasoa en España.
La ceremonia fue presidida por Monseñor Mikel María Garciandía Goñi, Obispo de la Diócesis de Palencia, en el Oratorio del Seminario Bidasoa. En esta, fue conferido el ministerio a 17 seminaristas de América, Asia y África.
Este ministerio es uno de los pasos de la formación sacerdotal, en el cual el seminarista comienza a prepararse como ministro de la Palabra y se ejercita en la lectura y en la intercesión en la liturgia. Con este se compromete a que la Palabra de Dios no solo sea custodiada y cuidada en su proclamación para que los fieles comprendan, sino también que esa Palabra divina transmitida tenga vida en su cotidiano caminar, es decir, que su vida misma sea testimonio de la Palabra divina que anuncia.

Durante la homilía, el Obispo hizo mención sobre el Temor de Dios, el último de los Dones del Espíritu Santo, expresando a los seminaristas que este nada tiene que ver con el miedo a Dios diciendo: “El miedo es servil, el temor es el sentimiento propio de los hijos, impresionados por la grandeza de la vocación que hemos recibido. En vuestro caso, una vocación que pasa por proclamar la palabra de Dios ante la asamblea”.
Mencionaba también que el santo temor es el que da lugar al Espíritu Santo, abre espacio, hace silencio y permite qué, en ese trono de gloria que es el centro del alma de cada uno, únicamente se siente el que es el Rey de todo. Y les decía “Pues bien el Señor hoy os acerca un poquito más al misterio de su ser, el único sacerdote, el único pastor, el que es la Palabra de vida y os convierte en ministros de su palabra y os convierte en proclamadores, en lectores. Y ahí lo que el Espíritu Santo siempre os pedirá es que haya esa consonancia, esa coherencia entre lo que leáis y lo que viváis”.
“Su fidelidad es más grande que nuestras flaquezas”
Jorman Cáceres, expresó que se sintió profundamente emocionado “como si estuviera subiendo un peldaño más en este camino que Dios me invita a recorrer”. Comentó que “Fue un momento hermoso, en el que volví a sentirme llamado, elegido, mirado por Él con ese amor que no se cansa nunca”. Mencionó también que, aunque en el seminario hay días de bajones emocionales, dudas vocacionales y cansancios que pesan, Dios no deja de pronunciar sus nombres. “Él insiste, permanece, vuelve a llamar… porque su fidelidad es más grande que nuestras flaquezas”.
El joven seminarista manifestó también que el día del lectorado fue para él una verdadera confirmación de su vocación sacerdotal. “Allí descubrí, una vez más, la universalidad de la Iglesia: recibir este ministerio junto a hermanos de distintos países y de tres continentes me recordó que todos caminamos movidos por el mismo deseo, el de responder a Dios, responder por amor. Y fue un día muy mío, de esos pocos momentos en los que uno se siente solo y, al mismo tiempo, profundamente acompañado. Solo, porque sentía a Dios tan cerca que parecía hablarme al corazón, mirarme solo a mí, decirme “sígueme”. Pero acompañado, porque ese mismo gozo lo compartíamos los otros dieciséis hermanos que, como yo, estaban felices de seguir diciéndole que sí al Señor” expresó Cáceres.


