En la tarde del pasado viernes 30 de agosto, la feligresía de Lagunillas recibió emocionada a Monseñor Ángel Francisco Caraballo, quien presidió la Santa Eucaristía en honor a su patrona Santa Rosa de Lima, en compañía del párroco de esta comunidad el Presbítero Julio Antúnez.
Monseñor Ángel inició la homilía felicitando a todos los presentes por estar celebrando sus fiestas patronales y mencionó que en la diócesis hay cinco Iglesias dedicadas a Santa Rosa de Lima que celebraban ese día sus fiestas patronales. Prosiguió reflexionando sobre el evangelio del día (Mt 13,44-46) y lo comparó con Santa Rosa, quien encontró el mayor de los tesoros y lo dejó todo por Él, por Jesús.
El Obispo mencionó que, Santa Rosa de Lima fue una mujer que dedicó mucho tiempo a la oración «muchísimo tiempo» y citando a Santa Teresa de Jesús dijo, un pensamiento de la Santa «A mi parecer la oración es tratar de amistad estando muchas veces, tratando a solas con quién sabemos nos ama».
Monseñor concluyó diciendo que la oración es un trato de amistad, estando con Jesús mucho tiempo porque “sabemos que nos ama”, es un diálogo, una conversación, una persona habla, la otra escucha por eso la oración es hablar con Dios pero también es escuchar a Dios. Dijo además que la escasa oración de las personas muchas veces no es cuestión de tiempo sino de amor, se aman más las cosas que se hacen que a Jesús, porque tienen tiempo para las cosas que hacen pero no tienen tiempo para orar, Santa Rosa fue y es aún un ejemplo de oración, digno de imitación.
Después de dar la bendición invitó a los presentes a mirar la imagen de Santa Rosa y a darle las gracias por todo lo concedido este año para luego hacer nuevas peticiones personales y parroquiales exhortando a todos a pedir por una necesidad parroquial como lo es la completa culminación de los trabajos de la casa parroquial.
El final fue muy emotivo, ya que dijo a las madres que tuvieran hijos fuera del país los trajeran a su recuerdo y pensando en ellos les dijeran Dios te bendiga, esto hizo que corrieran lágrimas por las mejillas de muchas madres quienes pensando en sus hijos les dieron la bendición. Les recomendó hacerlo cada día al despertar y antes de dormir ya que la bendición rompe todas las fronteras.