El pasado sábado 5 de agosto, en la Santa Iglesia Catedral de Cabimas, tres jóvenes fueron ordenados por la imposición de manos de Mons. Ángel F. Caraballo, recibiendo la Orden del Diaconado los acólitos Humberto Salas y Carlos Bracho aunada a la Orden del Presbiterado del diácono José David Pérez Neri.
Ésta solemne ceremonia no sólo contó con la presencia del Clero Diocesano y Arquidiocesano, sino además con muchos feligreses que peregrinan a lo largo de la Costa Oriental del Lago y que como Iglesia siguen orando por el incremento de las vocaciones sacerdotales.
«Un solo corazón y una sola alma»
En su homilía, Mons. Ángel F. Caraballo, recalcó el compromiso de éstos tres jóvenes a ejemplo del Buen Pastor «ser agentes de comunión; orar como Jesús: que todos sean uno, para que el mundo crea; imitar el ejemplo de las primeras comunidades que tenían un solo corazón y una sola alma», adquiriendo así un gran plan de vida en el Señor.
Posteriormente, les exhortó a trabajar arduamente por promover jóvenes al sacerdocio y a la vida consagrada: «siendo auténticos, íntegros, vivan plenamente el ministerio que se les confía. Las palabras mueven, pero el testimonio arrastra».
Los nuevos Diáconos, Carlos Bracho y Humberto Salas, comenzaron su formación en el Seminario Propedéutico el Buen Pastor, luego comenzaron sus estudios en el Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino en Maracaibo y posteriormente continuaron su formación en el Seminario Internacional Bidasoa en España.
«Un don inmerecido»
El Diácono Humberto Salas compartió que se siente muy feliz de haber recibido este don inmerecido del sacramento del Orden: “Es a la vez una gran responsabilidad, para cumplir fielmente las tareas que el Señor me encomiende en esta nueva etapa de mi vida cómo Diácono”. También el Diácono Carlos Bracho mencionó que se siente muy agradecido con Dios quien lo ha llamado: “Ha puesto su mirada en mí y me ha esperado con paciencia hasta que dije que Sí”.
El Neo presbítero, José David Pérez, comenzó igualmente su formación en el Seminario Propedéutico el Buen Pastor, continuando luego su formación en el Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino en Maracaibo. Durante su proceso, estuvo sirviendo en diferentes parroquias de la Diócesis lo cual ayudó a fortalecer su vocación y servicio pastoral. Ante el acontecimiento de su ordenación expresó: «Me siento agradecido con Dios por un don inmerecido que sobrepasa mi capacidad pero que él mismo se encarga de hacerla llevadera. Estoy muy alegre, me siento inmensamente amado y abrazado por Dios».