Alegría en la Diócesis por dos nuevos Acólitos

Este domingo 16 de abril en el que la Iglesia Católica celebró la Fiesta de la Divina Misericordia, dos seminaristas de la Diócesis de Cabimas: Carlos Bracho y Humberto Salas, recibieron el Ministerio del Acolitado en el Oratorio del Seminario Internacional Bidasoa, en Pamplona, España.

La celebración estuvo presidida por Mons. Julián Ruíz Martorell, Obispo de la Diócesis de Jaca-Huesca (España), quien instituyó a 20 seminaristas del último curso de esta casa de estudios, entre ellos: los dos seminaristas de la Diócesis de Cabimas colacionados al Ministerio del Acolitado.

Este ministerio laical es el último que reciben los candidatos al sacerdocio previamente a la ordenación diaconal. El acólito cumple la tarea de ayudar al diácono y al sacerdote en el altar y de modo extraordinario, distribuye la Sagrada Comunión a los fieles y expone el Santísimo Sacramento. También, el acólito está encargado de instruir al pueblo de Dios sobre la Eucaristía.

El seminarista Humberto Salas, uno de los instituidos al ministerio, expresó: “Ser instituido como acólito es una gran responsabilidad, es tratar santamente las cosas santas, es decir, al mismo Jesucristo en la Eucaristía. Me exige amar cada día más la Eucaristía y hacerlo vida en mí. De igual modo, me invita a estar siempre dispuesto a llevar el ‘pan de vida’ a los fieles que por algún impedimento no pueden acercarse a la Iglesia”.

Por su parte, el seminarista Carlos Bracho, compartió su testimonio diciendo que: “Es un gran momento por lo cual estoy agradecido con Dios, con la Virgen, con el Obispo, con toda la Diócesis, especialmente mi parroquia y mi familia”, continuó expresando: “Desde el momento en el que ensayaba la ceremonia, cuando me tocó vivirla y ahora que ya he recibido el ministerio, resuenan en mí las palabras de la oración que realiza el Obispo celebrante cuando me entrega el cáliz. Recibir aquello que el Señor pone en mis manos con total confianza: a ello debo responder con fidelidad, algo que se debe evidenciar en mi forma de vivir de tal forma que sea digno para servir en la mesa del Señor”.

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