Padre Carlos Camacho: “Para ser un Buen Pastor  hay que saber escuchar y haber pasado antes por una sabia obediencia”

El Cuarto Domingo de Pascua también llamado Domingo del Buen Pastor y en la diócesis de Cabimas se celebra de manera especial por ser el titular del Seminario Diocesano, que acompaña a los jóvenes que en su discernimiento hacia la vida sacerdotal y religiosa.

Por este motivo se celebró, durante la mañana, la Santa Misa en la Rectoría María Inmaculada de Cabimas, presidida por el Pbro. Carlos Camacho, rector del Seminario Diocesano “El Buen Pastor”, en el marco de la 61º Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.


Durante su homilía, el rector del Seminario, explicó que todo cristiano está llamado a ser buena oveja para luego ser buen pastor, pues esa es una realidad muy hermosa cuando se vive correctamente desde el Evangelio. “Todos tenemos un deber con Dios, con la Iglesia con la familia y con la sociedad, el deber de ser una oveja que escucha y sigue a Jesús, pero que en su momento asume el rol de ser pastor para acompañar, animar, defender, guiar y cuidar a otros. Esa es una forma hermosa de vivir el Evangelio y con ello alabar y bendecir a Dios. Para ser un buen pastor o un buen líder debemos primero haber pasado por una sabia obediencia”, puntualizó el Padre Camacho.

Es imprescindible acompañar con oración a los sacerdotes y a las vocaciones sacerdotales.

En un saludo enviado por Mons. Ángel Francisco Caraballo, Obispo de Cabimas a los seminaristas, familiares y comunidad de amigos del Seminario Propedéutico “El Buen Pastor” indicó que es imprescindible acompañar a las vocaciones con la oración, ya que la mies es mucha, pero los obreros son pocos, por lo que el respaldo de la comunidad tanto en la oración como en la ayuda con las necesidades de los sacerdotes y los seminaristas que se encuentran en formación es de gran importancia para su sostenimiento.

También fue oportuno el momento para escuchar el testimonio vocacional de los Seminaristas Rómulo León, de la Parroquia del Divino Niño, y Francisco Colmenares, de la Parroquia San Isidro Labrador de El Venado, quienes comentaron cómo durante distintos momentos de su vida sintieron el llamado del Señor, y cómo el irse acercando a la decisión de ingresar al seminario se fue abriendo paso en sus vidas y en la de sus familias que desde el inicio le brindaron su apoyo incondicional “para hacer lo que en verdad les hace felices”.

Finalmente, los seminaristas, familiares y la fundación “Amigos del Seminario” tuvieron una tarde familiar en las instalaciones del Seminario Diocesano en la cual compartieron anécdotas, momentos de diversión, canto y vivencias permitieron a sus familiares entender que los sacerdotes no son personas venidas de otro mundo sino jóvenes que en un momento de valor acogen la llamada de Dios y entregan sus vidas por la salvación de las almas.

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